Las graves dificultades financieras por las que atravesaban los hermanos Vea-Murguía obligaron a estos a buscar nuevos socios que aportaran capital para sacar adelante el Astillero. Los encontraron en la familia Noriega Noriega, primero en Florencio y después en Ignacio, un asturiano que había hecho fortuna en México y casado con una gaditana. Ignacio Noriega aportó 750.000 Ptas. a la nueva sociedad haciéndose con la gerencia del astillero mientras que los hermanos Vea-Murguía, con la participación de 500.000 Ptas., pasaron a ser socios minoritarios. La construcción de la nueva sociedad permitió terminar el acorazado "Carlos V". Pero con la entrega del crucero en 1897 comenzaron nuevamente los problemas y los despidos. Terminados los encargos estatales la continuidad de la factoría pasaba tanto por la consecución de nuevos contratos como por la entrada de otros capitales.