En los últimos años la competencia feroz en el sector naval se agudiza aun más con la aparición de nuevos competidores. A Corea y Japón se le fue sumando una serie de países no solo del extremo oriente, como China, India y Taiwan, sino incluso en el seno de la propia Europa (Polonia, antiguos miembros de Yugoslavia, Rusia, etc) que presionaban sobre la disputada cuota del mercado mundial del sector. De esa forma contratar un barco para los astilleros de la Europa occidental se convertía en una verdadera aventura empresarial. O se contrataba con perdidas o se salía del mercado.
Esta situación junto con, una vez más, una mala gestión hizo fracasar apenas cuatro años después el proyecto de Izar. La fusión de AESA y BAZÁN no dio su fruto y el nuevo grupo seguía acumulando cuantiosas pérdidas. No podemos olvidar la indudable connotación política que tiene todo este proceso. La creación de Izar fue llevada a cabo por el gobierno de derechas del Partido Popular. En 2004 con el cambio de gobierno y la entrada del PSOE en el mismo, aprovechando la critica situación económica del grupo Izar, abocado a una quiebra y posterior disolución inevitable, se produce una marcha atrás del camino iniciado en el 2000. Nuevamente vuelve a separarse la actividad civil y militar. Después de un conflictivo proceso en Enero de 2005 se fracciona el grupo IZAR y se crean dos nuevas empresas; NAVANTIA de carácter público y militar e IZAR LIQUIDACION dedicada al sector civil y puesta en el mercado para su privatización.
Izar Carenas Cádiz se la engloba en la nueva empresa Navantia, con lo cual se le asigna un carácter preferentemente militar y sigue manteniendo su condición de empresa pública.
Después de 115 años de azarosa historia, Astilleros de Cádiz, ahora con el nombre de NAVANTIA CADIZ, descapitalizada humanamente, con una plantilla propia reducida a la mínima expresión, inicia un nuevo y quizás, en un sentido u otro, definitivo camino.