ÚLTIMAS CONSTRUCCIONES
El "Maria Alejandra" protagonizó uno de los episodios más dolorosos de la Marina Mercante española. El petrolero se llevó consigo a la mayor parte de su tripulación, unos profesionales impotentes frente a lo que se les venia, o peor, a lo que se les abrió bajo los pies.
El “Maria Alejandra” entró en servicio en Abril de 1977. Siempre hacia la ruta del Golfo Pérsico a donde acudía para cargar crudo, y así con sus bodegas repletas atravesaba el Cabo de Buena Esperanza incluso bajo las peores tempestades. El último territorio español que avistó fue la isla de Gran Canaria, frente a cuyas costas fondeó algunas horas pocos días antes del desastre.
Era martes, 11 de Marzo de 1980. A mediodía, surcaba la costa Mauritania con mal tiempo el petrolero "Maria Alejandra" cuando su dotación apenas hacia una hora que había comido.
Tras el almuerzo de la tripulación, unos se encaminaron a sustituir o apoyar a sus compañeros, otros se disponían a comenzar su tiempo de ocio y algunos aprovechaban para tomar una reparadora ducha. Serian las 13:30 horas cuando una gran explosión rompió la rutina disparando los cristales en todas las direcciones y dejándoles aislados del mundo, pues con ellas volaron las antenas y cualquier posibilidad, por tanto, de contactar con otros barcos. Pocos segundo después una segunda explosión apagó las bombillas y encendió el fuego. Algo más tarde y en medio de la confusión, la tercera y última detonación dirigió la proa hacia las profundidades hundiendo el barco unos minutos después.
De pronto, la mayoría de los marineros se vieron en la mar peleando contra las olas para permanecer en la superficie. Cada uno luchó para llegar hasta cualquier cosa que flotase, balsas, botes, bidones, plataformas... Todo ello entre un gran oleaje y fuerte viento que les empujaba hacia el fuego. Aunque este era poco ya que el buque iba vacío y el crudo sobre el agua era escaso.
En medio de todo, los gritos se hacían cada vez más angustiosos, los supervivientes empezaban a encontrarse mal, no hacia mucho que habían comido y, de hecho, algunos de los que sobrevivieron a las detonaciones, según algunos testimonios, sucumbieron por el corte de digestión. Al cabo de media hora el fuego se extinguió, algunos marineros sacaron fuerzas para remar y alejarse de allí con la sospecha de que aquello podía estallar de un momento a otro sin contar con el enorme peligro que significaba la succión por hundimiento. Se los llevaba la corriente en medio de una mar muy picada, y en esas condiciones debieron esperar alrededor de doce horas, hasta que de la noche empezaron a surgir los barcos que se acercaban a aquel punto localizado a unas 490 millas al sur del archipiélago canario.
Los supervivientes estuvieron haciendo señales con bengalas y linternas hasta que la salvación llego en forma de chalecos. Con mucho esfuerzo pudieron ser izados a bordo mientras la mar rompía con toda su fuerza en los cascos de los buques que ya estaban allí, el "Sequoia", el factoría de pesca "L'Interpeche" con su helicóptero, sin olvidar el superpetrolero noruego "Thorshavet". Una vez a salvo, los náúfragos descubrieron que solo eran siete, el resto de sus compañeros se habían quedado en medio de la negritud de la mar. Con el convencimiento de que habían vivido una pesadilla y extenuados por el agotamiento, llegaron en helicóptero desde el "Sequoia", que no hizo escala, a la ciudad de Las Palmas; Dos de ellos venían heridos por lo que fueron llevados con toda urgencia a un centro hospitalario. Al Puerto de Luz, en Las Palmas de Gran Canaria, llegaron el viernes 14, a bordo del frigorífico chipriota "Luhesand" que traía la bandera a media asta, los siete cuerpos rescatados, el resto, veintinueve, fueron dados por desaparecidos; despues de una noche de infructuosa busqueda, los trabajos de rescate no consiguieron aumentar el numero de supervivientes. La tripulación estaba compuesta por cuarenta y tres marineros, doce hombres originarios de Canarias, trece gallegos, doce andaluces, dos vascos y dos británicos y lo único que se pudo hacer por aquellos que ya no volvieron fue celebrar un funeral en la iglesia de La Concepción de la capital tinerfeña entre el dolor y el estupor de las que si podían contarlos, de los cuales muchos de ellos consideraron muy seriamente no volver a navegar jamas.
El accidente del "Maria Alejandra" se sumó en ese momento a otros terribles que se habían producido con pocos años de diferencia: el "Berge Istra", petrolero noruego que desapareció el 28 de diciembre de 1975 cuando se dirigía a Japón, concretamente al puerto de Kimitsu, con treinta y dos tripulantes, solo hubo dos supervivientes, ambos tinerfeñoss, que fueron testigos de tres explosiones sucesivas y el posterior hundimiento; el "Bergue Vanga", tambiien noruego, era un carguero que desapareció en el Atlántico Sur en Noviembre de 1979; su tripulación estaba compuesta por cuarenta personas, e iba cargado con hierro. No hubo supervivientes y praticamente no se conoce nada sobre el incidente; en ese mismo mes, un petrolero rumano con 95.000 toneladas explotó y se incendió frente a Estambul.
El "Maria Alejandra" formó parte de un grupo de superpetroleros construidos a principios de la década de los setenta, y hermanos de grada, que tuvieron un trágico destino, entre los que cabe destacar el tristemente célebre "Amoco Cadiz" que el 16 de Marzo de 1978 explotó al sur de las costas bretonas vertiendo 230.000 toneladas de fuel. Despues le siguió el "Maria Alejandra". El 2 de Abril de 1980 le tocó el "Mycene", al sur de la costa senegalesa. Le siguió el "Castillo de Bellver" en 1983, explotando y hundiendose en Sudáfrica con 252.000 toneladas de crudo y fuel. Más tarde, en 1991, sucumbiría el "Haven" tras estallar en Génova con 144.000 toneladas.
La relevancia del suceso del "Maria Alejandra" ha tenido el suficiente calado como para haber sido incluído como materia de estudio universitario; un ejemplo de ello es una asignatura troncal de segundo curso de la Licenciatura en Naútica y Transporte Marítimo de la Universidad de Cantabria, que en su tema 40, "Explosiones de buques petroleros españoles", trata las consecuencias de algunos casos, entre los que se encuentra el del "Maria Alejandra"